Jóvenes emprendedores: por qué Magda y Martí quieren que vivas sin residuos

17 ene 2020

4 min

Jóvenes emprendedores: por qué Magda y Martí quieren que vivas sin residuos
autor
Ana Valiente

Periodista freelance

Todo empezó cuando Magda Cebrián y Martí Morató decidieron hacer la compra semanal y volver a casa sin ningún embalaje de plástico. Su idea no resultó tan sencilla como esperaban, así que decidieron buscar una solución. Fundaron Go Zero Waste, una aplicación lanzada en Barcelona gracias a una campaña de crowdfunding y desarrollada en sus primeras etapas de forma altruista, que recoge información sobre dónde comprar productos de forma más sostenible y permitir a sus usarios ser más ecoresponsables. Entrevista con Magda Cebrián, cofundadora, sobre los aprendizajes de lanzar un proyecto y formar un equipo, y los pasos para lograr una vida con menos plástico.

¿Quién está detrás de Go Zero Waste?

La idea la iniciamos Martí, con formación multimedia, y yo, que soy licenciada en Periodismo y con estudios en Marketing y Comunicación Digital, como comercial. Más tarde se unieron al proyecto cinco personas más con diferentes perfiles, como ingenieros industriales, expertos en economía circular o diseñadores web.

¿Por qué decidisteis embarcaros en este proyecto?

En nuestro caso, decidimos lanzar la aplicación tras comprobar que, para comprar productos sin plástico, por ejemplo a granel, a menudo uno se enfrenta a tres obstáculos: son más caros, el proceso es más largo y más incómodo. El objetivo de Go Zero Waste es localizar las tiendas donde comprar a granel o adquirir productos más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente y contribuir a mejorar los hábitos de consumo.

¿Os dedicáis a ello a tiempo completo?

En el momento de lanzar la app, todo el equipo tenía otro trabajo y decidimos que nuestra aportación sería altruista. Unos meses después, Martí y yo dejamos nuestro trabajo para dedicarnos 100% al proyecto, pero seguimos siendo la excepción. Hemos sido capaces de dar el salto y centrarnos en esta idea porque tenemos ahorros, de lo contrario no sé si habríamos podido lanzarnos a la aventura. Creamos el proyecto porque queremos generar un impacto pero llegará un momento en que si no logramos un modelo de negocio no podremos tener continuidad. A día de hoy el resto sigue con su trabajo de siempre ya que la app aún no genera beneficios.

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Para crear la app lanzasteis una campaña de crowdfunding. ¿Cómo fue la experiencia?

Muy recomendable para todo aquel que tenga un proyecto en mente. Un crowdfunding es una manera excelente de comprobar si hay interés por tu idea y reunir a ese primer círculo de gente, al que llaman las 3 efes: friends, family and fools, que son los primeros que te siguen y apuestan por ti. En nuestro caso, algunos medios como El País o La Vanguardia también hablaron de nosotros, lo cual nos dio mucha visibilidad.

Aunque conviene decir que, aunque sí superamos el objetivo de 10.000 euros que nos habíamos marcado, nosotros aportamos una parte del pastel. La gente que pone dinero para el proyecto tiene que creer que va a ser posible, así que al menos el empujón inicial lo tienes que dar tú. En total, entre cuatro personas pusimos alrededor de 4.000 euros iniciales.

¿Qué obstáculos habéis encontrado en el camino?

Al principio, el proyecto era muy ambicioso. Queríamos que la app tuviera muchas funcionalidades. Pero una vez que tienes el dinero en mano, tienes que ver lo que es más viable. Aunque tengas un proyecto muy grande y muy complejo, debes analizar qué es lo que puedes sacar rápidamente y testearlo para, a partir de ahí y con la validación de los usuarios, ir creciendo. Es lo que en el mundo de las startup se denomina metodología lean, que reduce el riesgo del lanzamiento.

¿Qué dirías que ha sido lo más complicado de lanzar un proyecto como este?

Formar el equipo. Al principio todo el mundo se une por una causa y una visión en común y hay mucha ilusión pero a medida que la cosa se vuelve más seria y más concreta, empiezan a surgir visiones distintas. Ya nos lo habían dicho: los tres primeros motivos por los que un proyecto no sigue adelante son: falta de dinero, falta de modelo de negocio y desacuerdo entre los socios. Hay quien dice que es necesario hacer un pacto de socios, porque al principio todo es buena voluntad, pero cuando las cosas cogen tracción y éxito, hay detalles que es mejor tenerlos hablados de antemano. En los negocios, como en el amor, lo primero que hay que acordar es la salida. Puede parecer frío, pero hay que saber qué hacer si se termina.

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Volvamos al objetivo de Go Zero Waste. ¿Es posible vivir sin plástico?

Por supuesto, sobre todo sin el plástico de un solo uso. Lo verdaderamente difícil es que los consumidores rompamos con la inercia en la que estamos metidos. El plástico lleva en nuestras vidas apenas una generación y antes la gente vivía perfectamente sin él, pero a las empresas les interesa mucho ya que es un producto ligero, relativamente barato (a pesar de su alto coste medioambiental) y transparente, lo cual hace los productos más visibles.

Pero si solo es cuestión de habituarse, ¿por qué seguimos consumiendo tanto plástico?

Uno de los principales motivos es que a menudo compramos por impulso. La respuesta para evitarlo no es sexy ni revolucionaria, pero sí muy sencilla, y consiste en planificar la compra semanal. Tienes que tener localizadas las tiendas donde quieres ir y acudir a ellas con tus tarros y tus recipientes para evitar envoltorios innecesarios. La idea es volver a algo que siempre ha existido pero que el ritmo de vida que llevamos ha hecho desaparecer.

Otra recomendación sería rechazar. Aunque suene idílico, si mucha gente dice que no a un producto, bajará la demanda y bajará la oferta. Es difícil, porque la comodidad tiene una fuerza brutal, pero con concienciación, todo va cambiando.

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¿Tienen más culpa las empresas por venderlo o los usuarios por no rechazarlo?

Hay que cambiar ese discurso que culpabiliza al consumidor por no hacerlo bien cuando precisamente son las empresas las que no lo ponen fácil. No es el usuario quien lo hace mal, sino las compañías que ponen millones de envases de plástico en circulación sin asumir las consecuencias de dónde acaba ese producto.

¿Qué solución propondrías tú?

Nuestra generación ha crecido con la idea de que reciclar es lo mejor para el medio ambiente. Pero antes que reciclar, es importante que sepamos que también podemos reducir y reutilizar lo que consumimos.

Por ejemplo, muchas de las cosas que son de usar y tirar deberían pasar a ser reutilizables. Otro buen ejemplo es lo que se conoce como product-as-a-service: no compro algo para poseerlo sino que pago por un servicio (como es el caso del car sharing dentro del ámbito de la movilidad). Hay muchas soluciones, pero deben costar lo mismo o menos que las soluciones tradicionales y deben ser cómodas. Si no, no funcionarán.

Fotos de WTTJ

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