4 maneras inesperadas de encontrar trabajo, contadas en primera persona

23 jul 2020

6 min

4 maneras inesperadas de encontrar trabajo, contadas en primera persona
autor
Laia Antúnez

Freelance Content Creator

Apuntándose a un portal de empleo, enviando un currículum a la oferta que una empresa cuelga en su página web, o mediante las recomendaciones de familiares, amigos y conocidos. Estas son algunas de las formas más habituales de encontrar trabajo en nuestro país. Pero conviene estar atentos porque, a veces, las oportunidades aparecen donde menos te las esperas. Estas son las historias de cuatro jóvenes profesionales que encontraron empleo siguiendo estrategias poco convencionales y empezaron una nueva aventura laboral de forma imprevista.

Amor a primera vista

A la barcelonesa Laia Ruiz, la oportunidad le llegó en una cena improvisada e informal donde corrieron las copas de vino y las risas. Periodista y antropóloga de formación, pero dedicada durante años al tercer sector y a los derechos humanos, llevaba tiempo coordinando equipos para una institución internacional de ayuda humanitaria. “Se me acababa de terminar el contrato y aunque me habían dicho que me renovaban, en el último momento no fue así. Fue un golpe porque me gustaba el trabajo y tenía muy buenas condiciones”. “Empecé a buscar ofertas, pero me deprimía aún más porque no encontraba nada que me interesara”, explica Laia. En esas estaba cuando unos amigos la invitaron a Madrid para pasar un fin de semana. “Estaba desanimada, bastante pesimista y tampoco quería gastar dinero. Pero mi hermana, que vive allí y me ofreció alojamiento, me convenció”.

Laia aprovechó la visita para sumarse a uno de los planes que su hermana tenía aquel fin de semana: una cena con su jefa, responsable de un estudio de diseño estratégico, y con otra compañera de trabajo. “Las acababa de conocer, pero parecía una cena de amigas. Nos reímos mucho y lo pasamos bien. Compartimos experiencias, pero para nada hablamos de trabajo”, relata. El lunes siguiente, ya en Barcelona, recibió una llamada: “Parece que, tras conocerme, la jefa de mi hermana empezó a conectar ideas y se dio cuenta de que podía encajar en un perfil que estaba buscando: alguien con habilidades de comunicación y de investigación antropológica”, explica.

Envió el currículum y una carta de presentación y ahí empezó el proceso de selección, que implicó dos entrevistas y algunas negociaciones. “Mi jefa quería asegurarse de que no había sido solo un amor de un día”, aclara. Al cabo de dos meses, Laia se había mudado a Madrid y había cambiado por completo de sector laboral. “Si hubiera visto una oferta en un estudio de diseño nunca la habría solicitado porque habría pensado que no encajaba conmigo. La realidad es que estuve dos años allí y aprendí muchísimo”, reconoce. Y añade: “Aquella cena no era un examen, no había ninguna presión para quedar bien, así que fui muy natural, y creo que eso es lo que le gustó. Además, pude conocer a la que sería mi jefa en un ambiente distendido, por lo que establecí una relación cordial con ella desde el principio, respetándola como profesional, pero sin tenerle miedo”.

Cuidar los contactos

El caso de Nacho Tormo ejemplifica lo importante que es cultivar buenas relaciones profesionales, establecer una red de contactos y aprovechar esos períodos de prácticas en empresas o esos trabajos que tenemos cuando aún somos estudiantes. Mientras cursaba la carrera en la universidad, Nacho trabajó para un periódico local durante un año y mantuvo muy buen trato con una persona del equipo que, aunque no era su jefe directo, se encargaba de gestionar ese grupo de comunicación, que contaba con diversos medios en prensa y radio.

Un par de años después, cuando Nacho acababa de terminar sus estudios, se lo encontró en la puerta de un concierto: “Allí había mucha gente del mundillo musical, periodistas y otros profesionales de las radios locales, etc. Cuando lo saludé me dijo que llegábamos tarde, que el concierto ya había empezado, pero le expliqué que yo no iba a entrar porque no podía pagarme la entrada”, explica. “Se fue, volvió a los cinco minutos y me puso un sobre en la mano. ‘Yo no te he dado nada’, me dijo, y desapareció”.

En el sobre, Nacho encontró los pases que los organizadores del concierto le habían entregado a su antiguo responsable para la radio local. “Como él no los pensaba utilizar, fue a pedirlos a la taquilla para que yo pudiese entrar al concierto. Cuando lo llamé un par de días más tarde para agradecérselo, me habló de su nuevo proyecto para la radio: quería lanzar unos informativos locales. Me dijo que se acordaba de que yo trabajaba bien y que, si me interesaba, me presentaría al equipo”, explica este joven profesional. Tras aquel encuentro fortuito en un contexto totalmente alejado del ámbito profesional, Nacho consiguió su primer trabajo en la radio nada más terminar sus estudios.

Cazar la oportunidad al vuelo

De la facultad de Periodismo también salió Judith Marrasé que, con el título de licenciada en la mano, no cesó en su empeño de enviar currículums y apuntarse a todas las ofertas laborales relacionadas con el sector de la comunicación que encontraba en internet. Tras meses y meses sin obtener respuesta alguna, se vio obligada a empezar a trabajar como captadora de socios para una ONG.

Un día, mientras trabajaba en la calle, vio como la oportunidad pasaba por su lado. Hacia ella avanzaba un reconocido periodista y presentador de la televisión local de Barcelona, y sus movimientos fueron rápidos y decididos: “Tenía ganas de cambiar de trabajo, supongo que por eso llevaba currículums en la carpeta que utilizaba para captar socios, y no me lo pensé dos veces. Era mi momento. Conseguí atraer su atención y que no se fuera corriendo, como suele pasar cuando te acercas a alguien con el chaleco de una ONG”, bromea.

Judith le explicó su situación, le dijo que buscaba trabajo, y le preguntó si le importaba que le diera un currículum. “Él reaccionó súper bien”, recuerda. Al día siguiente recibió una llamada de la subdirectora del programa para hacer una entrevista. “Fue una sorpresa porque no tenía ningún tipo de esperanza, pensé que él simplemente había sido educado, pero que lo más probable era que perdiera el currículum o lo tirara”, afirma.

Todo fue rápido y sin complicaciones. Judith realizó la entrevista y enseguida le confirmaron que se podía incorporar al equipo. “Estuve tres años trabajando en el programa de televisión y, con el tiempo, tanto la subdirectora como la productora del programa me confesaron que uno de los motivos por los que me habían contratado había sido por haber tenido esa iniciativa de darle el currículum en plena calle”, sentencia.

Cuestión de iniciativa

Igual que en el caso de Judith, el hecho de tomar la iniciativa le granjeó a la diseñadora gráfica y fotógrafa freelance, Aranxa Esteve, un trabajo que recuerda con especial cariño. “Una fotógrafa a la que seguía en Instagram publicó un post con unas fotos que había realizado para una revista nueva de viajes y estilo de vida que había dedicado su primer número a la ciudad de Valencia. Me encantó la revista y les empecé a seguir. Al poco, vi que anunciaban que se iban a Bristol a preparar el segundo número y que buscaban fotógrafos para colaborar”, explica Aranxa.

Por aquel momento ella vivía en Londres, así que no se lo pensó dos veces. Preparó un portfolio específico con las fotos de viajes que había realizado y les envió un email presentándose y explicándoles su historia, todo en inglés. “Lo hice porque en sus publicaciones de Instagram escribían en inglés, pero mi sorpresa fue cuando me contestaron, ya que descubrí que la redactora jefa era valenciana, igual que yo”, relata.

El trabajo de Aranxa encajaba a la perfección con el estilo de la revista, así que enseguida le propusieron trabajar con ellos: “¿Tienes algo que hacer la semana que viene? Te vienes con nosotros a Bristol”. “Flipé en colores, me puse súper contenta porque me encantaba la propuesta. Concretamos fechas y nos reunimos en Bristol. Me lo pasé genial, ya que trabajar y congeniar con ellos fue muy fácil, y eso que no nos conocíamos de nada, y además aprendí muchas cosas que desconocía de la ciudad”, confiesa.

Cuando envió el email, Aranxa no tuvo miedo a ofrecer sus servicios y su experiencia como fotógrafa: “El no ya lo tienes, así que siempre es mejor escribir y, si no te contestan, pues no pasa nada. Pero si el proyecto sale adelante, tienes mayor satisfacción, sientes que tu trabajo realmente se valora”, concluye. Al cabo de un tiempo, volvió a repetir estrategia con otro cliente y tres semanas después estaba en Bali haciendo fotos y disfrutando de un entorno de ensueño. El de Aranxa es un buen ejemplo de cómo, en el ámbito laboral (y también en el personal) no hay que ponerse límites. Si, como dice la fotógrafa, el no ya lo tienes, ¿a qué esperas para ir a por el sí?

Foto de WTTJ

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