Metodología ágil: ¿qué es y cómo se aplica?

30 ago 2019

5 min

Metodología ágil: ¿qué es y cómo se aplica?
autor
Javier Lacort

Redactor freelance especializado en tecnología y startups

La metodología ágil, también conocida como “agile” en inglés, no es una aplicación pensada para resolver tareas y tampoco una lista de pasos a seguir para completar un proyecto de forma eficiente. En cambio, sí es una filosofía de trabajo que propone un cambio de mentalidad, tanto de forma individual como en equipo, y ya la usan empresas como Facebook, Google o PayPal. Y es que en la era de la inmediatez, la metodología ágil permite un aumento de la productividad y mejora la relación con el cliente.

Un poco de historia

Año 2001: varios directivos de algunas de las empresas de software más destacadas del mundo se reúnen en Utah, Estados Unidos, convocados por el conocido informático Kent Beck, uno de los pioneros en diseño de patrones de software. El objetivo era consolidar una tendencia que llevaba fraguándose varios años y estandarizar un método que sirviese para agilizar los procesos de desarrollo de software.

Hasta aquel momento, en las grandes compañías de software, los proyectos se completaban de forma secuencial (es decir, sin que se pueda realizar una tarea hasta que no se haya completado la anterior) y funcionaban con jerarquías que iban de arriba a abajo, en cascada. Eran métodos como CMMI o SPICE.

La reunión terminó dando fruto al denominado Manifiesto Ágil, cuyos principios son:

  • Valorar a los individuos y sus interacciones por encima de los procesos y las herramientas.

  • Valorar más el software funcional que la documentación rigurosa.

  • Valorar más la colaboración con el cliente que la negociación contractual.

  • Valorar más la respuesta ante el cambio que el seguimiento de un plan.

¿En qué consiste la metodología ágil?

La metodología ágil es un método de trabajo que consiste en fragmentar proyectos grandes y pesados en pequeñas tareas mucho más rápidas de ejecutar, menos propensas a distracciones y con mejores resultados en términos de productividad.

Enfoque a resultados

El método ágil propugna que la mejor medida que se puede utilizar para medir el progreso de un proyecto es la cantidad de software funcional que ha sido entregado, o en el caso de las empresas no tecnológicas, la cantidad de productos o servicios en funcionamiento. Sin importar a qué tipo de industria pertenezca la organización o el equipo que trabaje con la metodología ágil, sus principios prometen entregar el trabajo a sus clientes de forma eficaz, con grandes resultados y cada vez en menos tiempo.

Reflexión conjunta

Otra de las peculiaridades de esta metodología es la necesidad de reflexión conjunta por parte del equipo. Sus miembros son quienes deciden qué medidas se deben adoptar para aumentar la efectividad del trabajo y se encarga de implementarlas.

También los responsables de la empresa deben estar implicados en el trabajo del resto del equipo. No se rompe la jerarquía, pero tampoco se contempla que quienes dirigen a los trabajadores se queden en una posición en la que simplemente permanecen a la espera de entregas, o que se dediquen a otras tareas en este tiempo. Deben trabajar de forma conjunta con los demás.

“Con el método ágil, responsables y empleados trabajan de la mano para poder entregar productos funcionales y bien resueltos en plazos cada vez más cortos”

Ritmo de trabajo

En la metodología ágil se prioriza un ritmo de trabajo sostenido, que no decae ni se pueda acelerar de forma súbita. No se contemplan, por ejemplo, los sprints o jornadas puntuales de trabajo intenso poder completar las entregas, que sí están presentes en otras metodologías, como la Scrum.

Aunque el ritmo de trabajo sostenido no está reñido con cumplir entregas con rapidez y acortar plazos. De hecho, acortar los ciclos de producción es uno de los preceptos de esta metodología y de su manifiesto

Técnica y diseño

Esta metodología no se entiende sin –entre otras cosas– la premisa de que siempre debemos buscar la excelencia técnica y el buen diseño. Si mantenemos una atención continua en el proceso, mejora la agilidad. Esto a su vez mejora los plazos de entrega sin perjudicar la calidad, lo que a su vez aumenta la satisfacción del cliente.

“La metodología ágil no se entiende sin la búsqueda constante de la excelencia técnica y el buen diseño”

¿Cómo aplicar el método ágil en el día a día?

El cliente, lo primero. Aunque pueda parecer una obviedad que cualquier otra metodología incorporaría, el resto de la metodología no se entiende sin tener claro que este es el precepto que no se puede olvidar jamás. Cualquier cosa que se imponga entre la satisfacción del cliente y nosotros –como, por ejemplo, el choque de personalidades dentro de un equipo o un trabajo realizado a medio gas– implicará perder la perspectiva de este precepto y exponernos a un fracaso seguro.

El cambio, nuestro aliado. Si un cliente decide hacer cambios, solo podemos recibirlos como una buena noticia. No importa si estos cambios se solicitan en etapas tardías del proyecto y nos hacen retroceder algunas casillas. Un equipo de trabajo implicado en la metodología ágil sabe revertir la reacción primaria de rechazo al cambio para transformarla en una ventaja para el cliente frente a su competencia. Los cambios deben ser bienvenidos.

La función prima sobre el resto. Una de las grandes prioridades del método ágil es la entrega de software (o el producto o servicio que emplee nuestro sector, desde la fabricación de automóviles hasta la industria de la construcción de forma periódica. El aspecto “funcional” es la clave: con la satisfacción del cliente siempre como prioridad, el objetivo debe ser entregarle un producto plenamente funcional.

Nada como el cara a cara. El método ágil lo expresa de forma clara en su manifiesto: no hay método más eficiente y efectivo para comunicar información al resto del equipo, ya sean compañeros o subordinados, como el cara a cara. Por muchas herramientas de comunicación online que tengamos, siempre se priorizará el contacto personal.

La motivación también importa. Esta metodología también hace hincapié en la importancia de que el equipo se mantenga motivado mediante un entorno, un apoyo y un equipamiento adecuados a sus necesidades: una motivación alta permite que el trabajo siga resolviéndose en los plazos adecuados.

Aplicar la metodología ágil: sí o no

Con el tiempo, la metodología ágil se popularizó entre las empresas de todos los sectores, ya no solo de software. Con la transformación digital como telón de fondo, otras industrias terminaron incorporándola y adaptándola a su contexto. No obstante, aplicar este método ofrece ventajas, pero también desventajas.

PROS

  • Mejora general de la productividad: gracias a su búsqueda de la eficiencia, la aplicación de la metodología ágil mejora la productividad de las empresas, ya que al lograr reducir el tiempo de trabajo en un determinado proyecto se permite aumentar el tiempo disponible para otros proyectos.

  • ROI (retorno de la inversión) más rápido: realizar entregas con frecuencia permite que los beneficios se obtengan desde el primer momento.

  • Reducción de riesgos: las entregas constantes al cliente permiten al equipo conocer la opinión del cliente durante el proceso, sin tener que esperar a una única entrega final, lo que permite corregir posibles errores durante el proceso.

  • Aumento de la calidad del producto final: gracias durante el proceso de desarrollo, el producto se ha ido adaptando de la forma óptima para el cliente.

CONTRAS

  • Documentación menos detallada: Su forma de ejecutar los procesos, con un producto que va evolucionando a medida que avanza el proyecto, provoca que otros elementos, como la elaboración de una documentación exhaustiva, sean secundarios y estén siempre supeditados a la funcionalidad.

  • Mayor incertidumbre: se asume que las necesidades del cliente cambian de forma constante, por lo que el inicio del desarrollo de cualquier proyecto se suele realizar con menos planificación que con otras metodologías.

Foto de WTTJ

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