Cómo afrontar un despido en época de crisis

05 may 2020

7 min

Cómo afrontar un despido en época de crisis
autor
Emma Cullinan

Psychotherapist and writer

Desde el momento en que términos como “pandemia”, “distanciamiento social” y “confinamiento” pasaron a formar parte de nuestro día a día, mucha gente empezó a perder el trabajo. Si este es tu caso, que sepas que no estás solo. Te ofrecemos unos consejos para que aprendas a afrontar este revés en tu carrera y salgas fortalecido de la situación.

Perder el trabajo puede ser devastador. Afecta a tu autoestima y, no hace falta decirlo, a tu forma de ganarte la vida. Debido a la crisis del Covid-19, cada vez más personas se enfrentan a esta posibilidad tan desalentadora. Las cifras son alarmantes: según el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, el número total de parados en España asciende actualmente a 3,5 millones de personas y se espera que la tasa de paro llegue hasta el 19% a lo largo del 2020.

Quedarte sin trabajo es algo que te cambia la vida, tal y como afirma Sofía, que hasta ahora era directora general de una empresa. “Un día me llamaron a una reunión y me informaron de que ya no me necesitaban. En media hora estaba en la calle, totalmente aturdida, expulsada de la empresa que yo misma había creado. Sentí que me habían robado mi identidad. Me fui a casa y no pude hacer otra cosa que llorar. No tenía ni idea de qué hacer, mi meta en la vida había desaparecido. Me llevó varios años recuperarme”.

Cómo nos afecta psicológicamente el desempleo

La pérdida del trabajo nos hace pasar por toda una serie de sentimientos complicados que, aunque son perfectamente naturales, no dejan de ser difíciles de gestionar. El confinamiento debido al Covid-19 puede intensificar estas emociones, ya que de por sí esta situación nos está llevando a replantearnos nuestras vidas y a preguntarnos qué nos depara el futuro. Entre estos sentimientos se incluyen:

1. Reevaluación de la identidad

Como explicaba Sofía, el principal impacto es la sensación de haber perdido tu identidad. Si alguien te pide que te describas a ti mismo, es muy probable que incluyas tu trabajo en la respuesta, y es que la primera pregunta que solemos hacer a alguien es: “¿A qué te dedicas?”. En el momento en que pierdes tu trabajo, puede que te preguntes, “¿y ahora quién soy?”.

2. Rabia

“Me enfadé muchísimo cuando me despidieron hace dos años”, comenta Lucía, antigua directora de oficina. “Lo había dado todo por la empresa, trabajando horas extra sin ganar nada a cambio y haciendo tareas que ni tan solo me correspondían. Y entonces le dieron mi puesto a la novia del jefe. Me sentí explotada, me pareció una decisión muy injusta y mezquina. Mis compañeros me apoyaron en privado, pero nadie se atrevió a respaldarme públicamente por miedo a perder sus propios empleos”.

Cuando nuestra autoestima y nuestra forma de vida se ven atacadas, es lógico que nos enfademos: dirigimos esa rabia hacia quienes nos han despedido, y a veces también contra antiguos compañeros o incluso contra nosotros mismos. Son emociones complejas que pueden perturbar tu concepto de identidad si, por ejemplo, siempre te habías considerado una persona amable que no juzga a los demás.

3. Revés a la autoestima

Si diriges esa rabia y culpa contra ti mismo, esto quizás se deba a una baja autoestima ya existente, que podría ir a peor tras el despido. Aunque un despido colectivo suele ser más llevadero que cuando se trata de recortes selectivos, ambas situaciones pueden hacer que te sientas culpable por lo sucedido o que pienses que no eres lo suficientemente bueno, sobre todo si has tenido unos padres muy críticos o un jefe demasiado duro y sueles tener una mala opinión de ti mismo. Recuerda que nuestros pensamientos no siempre se corresponden con la realidad, sino que son nuestra percepción.

4. Choque

Muchos viven con miedo: “De momento estoy de permiso temporal gracias al programa subvencionado por el Gobierno, pero me parece que voy a perder mi trabajo cuando termine el confinamiento”, confiesa Brian, que trabaja como periodista. “Aun que lo esperes, que te digan que estás despedido siempre te deja en estado de choque”. Este te afecta tanto a nivel mental como físico: la adrenalina te recorre el cuerpo como parte del instinto humano de “lucha o huida” ante la percepción de un peligro, en este caso, no el peligro de un ataque físico sino un ataque a tu sentimiento de identidad y a tu forma de vida. Otra posibilidad es que te de por llorar. No te machaques por ello, es normal que llores, que tiembles o que te cueste pensar y te sientas desorientado. Acepta estas emociones, entiende lo que está sucediendo e intenta no ponerte a gritar como respuesta a tu instinto de lucha.

La conmoción tras perder el trabajo puede ser tal que existen toda una serie de eufemismos para el concepto de despido, para tratar de suavizar el golpe: reducción de plantilla, “dejarte marchar” (como si la empresa te dejara hacer algo que tú hubieras elegido), transición profesional, racionalización de plantilla, relevo o reestructuración, entre otros.

5. Exclusión

La exclusión puede venir de parte de la sociedad o de tus compañeros. La mayoría de los trabajos conllevan algún tipo de interacción con otras personas (ya sean compañeros o clientes), un estatus, un reconocimiento, reuniones, trabajo en equipo, eventos sociales y fiestas de empresa. Y de repente, de la noche a la mañana, todo esto ha desparecido y te encuentras solo en casa. Sofía describe esta sensación de aislamiento: “Mi familia, mis amigos y mis antiguos compañeros seguían trabajando, así que yo me sentía desplazada”.

Debido al confinamiento, muchos de nosotros ya estamos viviendo esta sensación de aislamiento en nuestra propia piel, aunque como todos estamos en la misma situación, no nos preocupa tanto sentirnos desplazados. Sin duda, la pérdida del trabajo durante el estado de alarma puede intensificar la sensación de aislamiento, aburrimiento y falta de objetivos.

6. Depresión

Todo lo anterior puede dejarnos, como es natural, con una profunda sensación de abatimiento. Una de las causas de la depresión es vivir de una manera que no se adapte a quienes somos, una situación que podría desencadenarse tras la pérdida de un trabajo. Lucía se dio cuenta de que cada vez tardaba más en levantarse por las mañanas. Tenía la sensación de que, al no tener un trabajo al que ir, no tenía mucho sentido levantarse.

Los acontecimientos estresantes, el pesimismo ante el futuro y la sensación de soledad también pueden generar depresión. De hecho, y hasta cierto punto, es muy probable que ya estés pasando por alguna o varias de estas dificultades durante el confinamiento, tanto si tienes trabajo como si no.

7. Alivio

Para unos pocos afortunados, el despido es algo que reciben con los brazos abiertos. Puede que ya no soportaras tu trabajo, y de esta forma te llevas una indemnización.Pero incluso en esta situación, un cambio de vida tan brusco puede resultar aterrador. “Acepté el despido voluntario y me ofrecieron suficiente dinero como para mantenerme a flote durante dos años mientras creaba mi propia empresa. Y aun así, cuando firmé el documento no pude evitar sentirme como si estuviera lanzándome al vacío”, nos cuenta Álex, que trabaja como diseñador gráfico.

Cómo controlar estas emociones

Si ya sabes lo que te espera, puedes empezar a abordar los sentimientos y problemas que puedan surgir una vez te informen de que vas a perder tu trabajo.

1. Asume la pérdida

Las pérdidas suponen el mayor desafío a lo largo de nuestras vidas, ya sea el fin de una relación, la pérdida de un ser querido, un cambio de casa o incluso de país.

Necesitarás tiempo para procesar una pérdida: si estás experimentando cualquiera de los sentimientos descritos anteriormente, eso significa que eres humano. Si estás triste, enfadado o deprimido, acepta esas emociones y dite a ti mismo que es natural que te sientas así, por muy doloroso que sea. Aunque lleve tiempo, todos somos capaces de superar las grandes pérdidas. Deja que el proceso siga su curso y resiste la tentación de querer salir de él lo antes posible.

2. Analiza tu identidad

Piensa en quién eres ahora y dónde quieres estar. Este es un momento crucial para evaluar tu vida y tu futuro. ¿Qué es lo que no te gustaba de tu trabajo? ¿Qué te gustaría cambiar? Imagina que alguien te dijera que tu vida iba a ser siempre igual. A los seres humanos nos gusta la variedad, incluso si los cambios suponen un gran desafío.

3. No sufras solo

Aunque resulte tentador replegarte en tí mismo, es necesario que hables del tema abiertamente, y en caso de que no quieras o no puedas hacerlo con la gente que conoces, pide ayuda a un profesional. Aunque en este momento es complicado tener una cita en persona, muchos asesores en salud mental te pueden atender por videollamada durante el confinamiento. Tus sentimientos son totalmente normales, así que no hagas caso de aquellos que intenten tratarlos como una patología.

4. Mejora tu autoestima

Observa la forma en que te ves a ti mismo. Ya has sufrido una pérdida y te has sentido “agredido”, así que no eches más sal a la herida y te culpes por lo que ha pasado. Analiza tus pensamientos para intentar entender de dónde provienen.

5. Haz un uso razonable de tu tiempo

Quienes consiguen un puesto de trabajo después de estar un tiempo sin trabajar, a menudo echan la vista atrás y se preguntan por qué malgastaron el tiempo preocupándose mientras buscaban trabajo. Está claro que tendrás que buscar trabajo, pero date también algo de tiempo para hacer lo que te gusta. Puede que el confinamiento te lo ponga más difícil, pero Luisa, que acaba de graduarse y todavía no ha encontrado un empleo, ha descubierto una manera de dedicarse tiempo. “Nunca he sido muy deportista, pero ahora se nos permite salir para caminar o hacer ejercicio, así que he empezado a hacer marcha deportiva”, comenta.

6. Aprovecha tu motivación

Trata de ver esta situación como una oportunidad, sin dejar de aceptar tus sentimientos negativos. Sofía, por ejemplo, decidió reciclarse como profesora. “Después de tres años de letargo, acabé por darme cuenta de que podía dedicarme a algo con lo que llevaba soñando desde pequeña”, comenta. “La pérdida de una carrera me permitió probar otra, y estoy encantada”. Lucía también decidió cambiar de carrera con un máster en Salud y Seguridad. “El despido fue lo mejor que me podía pasar. Ahora trabajo por mi cuenta y nunca me falta trabajo”, afirma.

Cuando Lucía perdió su empleo y tuvo que enfrentarse a ese miedo que todos compartimos de no volver a trabajar nunca más, no podía imaginar que todo saldría bien. Actualiza, modifica o reevalúa tus objetivos y, quién sabe, puede que tú también acabes encontrando un trabajo aún mejor que el anterior.

Foto de WTTJ

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