Trabajadores por encargo: ¿llega a su fin la 'gig economy'?

28 abr 2021

8 min

Trabajadores por encargo: ¿llega a su fin la 'gig economy'?
autor
Peter Yeung

Journalist

En España, tras una larga lista de sentencias contradictorias, el Tribunal Supremo determinó el pasado mes de septiembre que los trabajadores de las aplicaciones de reparto de comida debían considerar a sus repartidores como empleados y no como autónomos, lo cual implica el derecho a un contrato de trabajo y prestaciones laborales. En esta misma línea, el pasado 19 de febrero una sentencia judicial histórica en el Reino Unido reconoció los derechos laborales básicos de los conductores de Uber, convirtiéndose así en la última de una lista de victorias legales en toda Europa para quienes trabajan en la denominada “gig economy”, conocida en español como economía esporádica, por encargo o economía de plataformas. Estas decisiones judiciales marcan un punto de inflexión para las plataformas y sus empleados, tras varios años sindicalizándose, alertando a la opinión pública y sensibilizando a los políticos sobre su situación. ¿Estará llegando realmente a su fin esta forma de trabajar?

Para A Azeem Hanif, su primer año de trabajo con Uber le fue “muy bien”. Cierto es que tuvo que pagar unos 7.000 euros entre el seguro del vehículo, la licencia y varios impuestos, pero, a sus 48 años, cree que la promesa de “trabajar cuando, donde y como quieras” merece la pena.

“Pero un día las cosas empezaron a torcerse rápidamente”, recuerda Hanif, que vive en Nottingham (Inglaterra) y trabajaba como conductor principalmente los fines de semana. Según cuenta, los conductores de esta plataforma empezaron a ver mermados sus derechos poco a poco, pues la experiencia del cliente se anteponía a todo lo demás. “No dejaba de mirar por el retrovisor, preguntándome si el cliente se quejaría de mí. Uber no daba ningún valor a nuestra palabra y, si nos investigaban, nuestra cuenta quedaba suspendida hasta obtener un veredicto. Podían prohibirnos trabajar durante una semana por una nimiedad. Era para volverse loco”, señala.

Las plataformas de trabajo por encargo como Uber operan de forma inmediata o a corto plazo. Sus trabajadores (repartidores y conductores) se consideran contratistas independientes, sin derechos vinculados a su condición. Pero todo cambió el 16 de marzo de 2021, cuando Uber anunció que garantizaría a sus 70.000 conductores británicos un salario mínimo (que desde el pasado 1 de abril asciende a 10,31 euros), vacaciones pagadas y una pensión. Este anuncio se producía poco después de la decisión del Tribunal Supremo británico, la cual establecía que los conductores de Uber debían ser considerados como empleados y no como autónomos. Se trata de una victoria para los dos antiguos conductores que impulsaron esta lucha, iniciada hace cinco años contra el gigante de las plataformas de la gig economy.

España toma la delantera

España está siendo un verdadero ejemplo en este sentido, pues las decisiones jurídicas adoptadas en suelo español han resultado decisivas para los trabajadores esporádicos en toda Europa. Antonio Aloisi, profesor adjunto de Derecho Laboral Europeo y Comparado en la IE University de Madrid, señala una denuncia presentada ante un juzgado de lo mercantil español que dio lugar a una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea en 2017.

Según el experto en derecho laboral, España también está liderando el camino en la reforma política de la economía del trabajo esporádico. “En España, la inspección de trabajo es muy activa. Los responsables políticos están estudiando la posibilidad de aprobar una nueva ley según la cual los repartidores sean considerados empleados por defecto, y serán las plataformas las que tengan que demostrar lo contrario. Podríamos asistir a un cambio radical no solo en la concienciación sino también en los logros, tanto en los tribunales como en la esfera política”, matiza.

Pero la Justicia española y británica no han sido las únicas en dar un paso al frente. Un tribunal italiano exigió el pasado mes de febrero la regularización de más de 60.000 repartidores de UberEats, Glovo, Just Eat y Deliveroo. La decisión llegó acompañada de una multa de 733 millones de euros tras una investigación sobre las condiciones laborales de los repartidores. Según Aloisi, la justicia italiana se habría “inspirado en gran medida” en España para emitir su veredicto en septiembre de 2020.

Esta evolución muestra un movimiento cada vez mayor a nivel europeo, donde el 11% de la población activa ha trabajado o trabaja para una plataforma digital. “Estos avances son fascinantes”, afirma el doctor Jamie Woodcock, profesor titular de gestión en la Open University de Londres y autor del libro The Gig Economy. “Estas plataformas digitales se han extendido por todo el mundo y, al mismo tiempo, la solidaridad entre trabajadores ha traspasado las fronteras nacionales. Estamos avanzando hacia unas condiciones de trabajo más justas, y eso que hasta ahora no habían hecho más que empeorar”, cuenta.

¿Aún es pronto para cantar victoria?

Sin embargo, muchas de estas plataformas, que se enfrentan a graves repercusiones financieras, no están dispuestas a aceptar estas sentencias así como así. En Reino Unido, Deutsche Bank estimó que, en el peor de los casos, Uber podría verse obligada a devolver hasta 2.100 millones de euros en concepto de impuestos atrasados sobre el IVA y a aumentar sus tarifas en un 30%.

Tras el veredicto del Tribunal Supremo del Reino Unido el pasado 19 de febrero, la empresa anunció a sus conductores a través del sistema de mensajería de la aplicación que sus derechos no cambiarían, para finalmente dar marcha atrás y comunicarles nuevos beneficios en sus derechos laborales. El tema de las horas de trabajo sigue siendo objeto de debate, ya que Uber calcula el tiempo trabajado a partir del inicio de un viaje, y no desde que el conductor se conecta a la aplicación. En cuanto a los repartidores de Uber Eats, la sentencia judicial ni siquiera les afecta por el momento.

No es de extrañar, pues, que los conductores no consideren prudente cantar victoria de momento. “Estamos yendo en la dirección correcta, pero, por desgracia, aún estamos un poco lejos del objetivo. Uber sigue sin ajustarse a la decisión del Tribunal Supremo, que sugiere que la remuneración comience en el momento en que el conductor se conecta y se detenga una vez que se cierra la aplicación. Todavía nos queda mucho para ganar la batalla”, comenta Azeem Hanif, que dejó Uber y ahora trabaja para otra plataforma.

Cada victoria cuenta

Tom Vickers, sociólogo de la Universidad de Trent, en Nottingham, y director de un grupo de investigación sobre el futuro del trabajo, afirma que pasará algún tiempo antes de que se apliquen realmente los nuevos derechos obtenidos por los conductores. “La decisión del Tribunal Supremo sentará un precedente, pero la batalla no está ganada, y creo que implicará nuevos litigios. No será fácil. Nos enfrentamos a tendencias muy arraigadas en toda Europa, agravadas por la larga crisis del capitalismo, lo cual ha llevado a recortes aún mayores en los derechos de los trabajadores”, matiza.

A pesar de que las disputas legales parecen prolongarse, Hanif cree que la sentencia es un avance clave y una clara demostración de que la situación debe cambiar. “Gracias a esta sentencia judicial, ahora sabemos que la lucha de los trabajadores también tiene un impacto en la economía de los trabajos esporádicos por encargo. Hemos cuestionado la ley y hemos alcanzado un veredicto. Esto es Es muy esperanzador para todas las personas que trabajan en este tipo de plataformas, pero ahora toca obligarlas a que respeten las decisiones judiciales”, afirma.

Vickers está de acuerdo en que la sentencia del Reino Unido supone un punto de inflexión. “Es un paso crucial, ya que allana el camino para otros avances. Los trabajadores sentirán que sus reivindicaciones están más justificadas, y tendrán más confianza para hacer valer sus derechos”, cuenta.

De los sindicatos de trabajadores a la acción política

Extenuados por las difíciles condiciones de trabajo y la precariedad de sus derechos laborales, los trabajadores europeos se han embarcado en una lucha común, uniéndose contra el poder abrumador de las plataformas digitales.

A finales de 2017, Hanif y otros conductores de Nottingham crearon una rama sindical, posteriormente adscrita al sindicato App Drivers & Couriers Union. “Las plataformas buscan mano de obra barata, pero no se preocupan de los conductores ni de su estado de salud, sobre todo a nivel mental. Por eso, decidimos que había llegado el momento de que alguien rindiera cuentas”, explica.

Los representantes de los trabajadores creen que ahora corresponde a los poderes institucionales y políticos tomar el relevo de la situación y garantizar la continuación de una lucha iniciada por los trabajadores. Ludovic Voet, secretario confederal de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) —que representa a 45 millones de trabajadores en 38 países europeos— está convencido: “Las decisiones judiciales son un paso en la dirección correcta, pero funcionan caso por caso y su aplicación deja mucho que desear. No habrá un cambio real sin un movimiento político. También hay que acabar con las normativas rígidas, debemos ser capaces de adaptarlas si queremos proteger a los trabajadores a medida que el mundo evoluciona”, señala.

¿Cuáles son las garantías?

En Francia, el pasado verano se observaron señales de un serio compromiso político cuando Édouard Philippe, antiguo primer ministro, anunció planes para introducir una mejor protección social y un estatuto específico para los repartidores. El proyecto por el momento ha quedado en papel mojado, a pesar de las decenas de manifestaciones organizadas por los repartidores. Si bien parece que no solo de la política llegarán las novedades a este terreno: en Francia, Just Eat anunció su objetivo de ofrecer un contrato indefinido a 4.500 nuevos repartidores en 30 ciudades, tal como anunció su presidente, Jitse Groen, en enero de 2020.

Ludovic Rioux, un repartidor de 24 años residente en Lyon y que lleva trabajando para Deliveroo desde octubre de 2018, se muestra bastante escéptico respecto a las victorias judiciales en otros países europeos. Sin embargo, forma parte de los 4.500 repartidores a los que Just Eat France prometió un contrato indefinido y “protecciones”. “La situación ha mejorado desde entonces. Antes no teníamos derechos, así que ya es algo. Pero lo que queremos es una reclasificación del contrato de cada trabajador, de forma que se establezcan términos contractuales más tradicionales. Por ahora, las plataformas pueden seguir disminuyendo nuestra remuneración en cualquier momento; no tenemos garantías reales”, denuncia.

Un impulso a escala europea

Tales reclamaciones podrían convertirse en una realidad gracias al replanteamiento por parte de los europeos del modo en que operan las plataformas digitales. Recientemente, la Comisión Europea ha lanzado una consulta pública a fin de mejorar los derechos de los trabajadores esporádicos. Para ello, el objetivo es analizar el estatuto y las condiciones de trabajo de los trabajadores, para posteriormente elaborar un marco reglamentario antes de finales de año.

En un comunicado, la Comisión hace referencia a las oportunidades que ofrece el modelo de la economía del trabajo esporádico, el “acceso al empleo, la flexibilidad en el trabajo y los ingresos adicionales, incluso para aquellas personas que tienen más dificultades a la hora de entrar en el mercado laboral tradicional”. Sin embargo, el mismo texto denuncia las “condiciones de trabajo precarias, con falta de transparencia y visibilidad sobre las condiciones contractuales, los riesgos potenciales para la salud y la seguridad, y el acceso insuficiente a la protección social”, así como las complicaciones que pueden surgir de un trabajo que se basa en gran medida en algoritmos.

La misión de la Comisión Europea comenzará con una consulta de seis semanas entre sindicatos y empresarios sobre las condiciones de trabajo y cómo mejorarlas. Si no logran entablar negociaciones, habrá una segunda ronda de consultas para determinar qué medidas podrían adoptarse a nivel europeo. Si las dos partes siguen sin llegar a un acuerdo, la Comisión presentará su propuesta antes de finales de año.

Todos coinciden en que, si bien la crisis sanitaria ha puesto en evidencia las difíciles condiciones de trabajo de estos trabajadores de primera línea, la amenaza del desempleo y la digitalización del trabajo podrían impulsar aún más la economía de plataformas. “Precisamente por eso se trata de una batalla importante”, observa Livia Spera, de la Federación Europea de Trabajadores del Transporte. “Esto no ha hecho más que empezar, es un fenómeno que ya se está extendiendo a otros sectores, como la hostelería, la limpieza, el cuidado de niños o los servicios de ambulancia. Uber se ha interesado incluso por el transporte de mercancías de larga distancia. En este momento no hay nada claro, de ahí la necesidad de una regulación”, señala.

Traducido por Rocío Pérez

Foto de WTTJ

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