Síndrome del superviviente: así afecta a quienes conservan su trabajo

20 abr 2020

5 min

Síndrome del superviviente: así afecta a quienes conservan su trabajo
autor
Cristina Fernández

Periodista Freelance

En momentos como los actuales, en los que existe un riesgo de recesión o frenazo económico, es habitual que las compañías lleven a cabo procesos de reestructuración con los que tratar de hacer frente a los cambios que impone el mercado. Desgraciadamente, en la mayoría de los casos, esto se traduce en una reducción de personal destinada a disminuir tamaño de la empresa y, con ello, gastos. Y si bien en este escenario es habitual poner el foco en aquellos que han perdido su puesto, entre los que se quedan es habitual que se genere estrés, ansiedad o problemas de salud. Se conoce como el síndrome del superviviente, que puede afectar también a nuestras capacidades de concentración y nuestro rendimiento. ¿En qué consiste este síndrome? ¿Cómo se le puede hacer frente?

¿Qué es el “síndrome del superviviente”?

Estudiado por primera vez en 1993 por el consultor David M. Noer, el llamado síndrome del superviviente puede aparecer en ciertos empleados tras darse reducciones de plantilla en la empresa para la que trabajan. Es lo que en inglés se conoce como downsize y que se traduce principalmente en reducciones drásticas en los equipos o en cese de departamentos.

La psicóloga laboral Elisa Sánchez asemeja el síndrome del superviviente en el ámbito laboral al estrés postraumático experimentado tras enfrentar un trauma. Se trata de un sentimiento habitual “cuando una persona ha estado expuesta a un acontecimiento estresante o situación de naturaleza excepcionalmente amenazadora o catastrófica”, explica.

Ante una oleada de despidos, aquellos que conservan su puesto y siguen trabajando pueden desarrollar un sentimiento de culpa y con frecuencia experimentan también incertidumbre respecto a su posición dentro de la compañía. Aunque este síndrome no se vincula únicamente a despidos masivos o reestructuraciones: según apunta Sánchez, bajo el escenario de incertidumbre económica actual, “casos de reducciones de jornada o ERTE” también podrían desencadenar un sentimiento similar, pues conllevan asociados periodos de inseguridad o desprotección de los trabajadores.

Preguntas como: “¿habrá más despidos?”, “¿seré el siguiente?” o “¿tiene futuro mi empresa?”, son recurrentes en esta situación que puede generar estrés, ansiedad, e incluso inseguridad y recelo por parte del trabajador. Una suma de efectos negativos que, a la larga puede afectar a su trabajo.

¿Qué consecuencias provoca entre los trabajadores?

Tras un proceso de downsize, un amplio abanico de emociones perjudiciales pueden surgir en la plantilla que se queda. Según un estudio de 2017 publicado por el Journal of Epidemiology & Community Health, entre los efectos más asociados a estos “supervivientes”, provocados por las medidas de reestructuración, se encuentran:

  • mayor riesgo de problemas de salud física relacionados con el estrés
  • mayores bajas por enfermedad
  • jubilación anticipada
  • mayor riesgo de problemas cardiovasculares

El problema de la incertidumbre

Gran parte del impacto negativo en los trabajadores que “sobreviven” a una reducción de plantilla viene derivado, en gran medida, de la falta de comprensión de la situación: muchos invertirán gran parte de su tiempo en tratar de entender por qué fueron escogidos, qué motivó la selección, qué riesgos hay de nuevos despidos o incluso en pensar si deberían buscar otro trabajo.

Para evitarlo, es fundamental que las empresas opten por una estrategia de comunicación fluida como incide Sánchez: en su opinión, la mejor actuación de las compañías en este contexto pasa por “trasladar la información de manera clara, directa y al mismo tiempo facilitar apoyo y empatía”.

Es el caso de Lucía (nombre ficticio, pues prefiere mantener el anonimato), que trabaja como teleoperadora en una empresa con presencia a nivel mundial. Desde hace una semana, el 99% de los empleados de la compañía en España ha sufrido un ERTE, pero mientras que el 60% está en suspensión total, el 40% restante está en reducción de jornada, como es su caso, de la ella sigue formando parte. “La empresa ha decidido quién sigue con jornada reducida y quien cesa de trabajar, pero no sabemos si la decisión ha sido tomada por Recursos Humanos, si dirección, si jefes de departamentos… No nos confirman nada”, concreta.

El síndrome del superviviente y el duelo laboral

Según explica Elisa Sánchez, en cualquier proceso de duelo, pasamos por cinco fases:

  • Sorpresa: fase de shock
  • Miedo: fase de negación, de huida, de rechazo, alta ansiedad
  • Enfado: fase rebeldía, de ira hacia el exterior
  • Tristeza: fase hundimiento, de sentimientos de desesperanza, incluso de depresión
  • Aceptación

“Podemos interpretar el síndrome del superviviente como una elaboración no adaptativa de un duelo por una situación traumática, es decir, la persona se queda atascada entre la ira externa y la ira interna (culpa)” y no llega a la aceptación, afirma Sánchez. Por ello, para abordar de forma saludable un trauma es necesario pasar por diferentes fases ya que, de lo contrario, corremos el riesgo de “quedarnos anclados en alguna de ellas”, puntualiza la psicóloga.

¿Me estará pasando a mí? Cómo identificarlo

Entre los síntomas más comunes de quienes experimentan este síndrome, se encuentran:

  • Desmotivación
  • Ansiedad
  • Desconexión
  • Irritabilidad
  • Pensamientos recurrentes
  • O incluso pesadillas

La sensación de culpa puede provocar también que empecemos a cuidarnos menos, a descuidar la alimentación o a desarrollar un sentimiento por el cual acabamos considerando que no merecemos que nos pasen cosas buenas. En general se trata de “mecanismos de defensa; son inconscientes”, puntualiza Sánchez.

Estos son los efectos que ha detectado Isabel desde que se llevó a cabo un ERTE en la empresa en la que trabaja. Tanto ella, como otros compañeros que permanecen activos consideran que nadie del equipo “se merecía estar fuera” y asegura que siente “bastante culpa”. La reducción del departamento también la ha llevado a tener que asumir una sobrecarga de trabajo, con tareas que no se corresponden con las que inicialmente tenía asociadas a su puesto.

Todo ello ha tenido impacto directo en su ánimo. “Últimamente me noto más inquieta, más nerviosa, y no paro de pensar ‘cómo puedo solucionar esto’, ‘cómo puedo solucionar lo otro’. Intento estar en mil cosas a la vez”, afirma, y revela que tras la disminución del departamento a la mitad se ha visto “desbordada”.

Cómo combatir el síndrome del superviviente

Aceptar la situación

A nivel personal, hay varias maneras de hacer frente a este síndrome. Las pautas marcadas por Elisa Sánchez pasan por favorecer la aceptación de lo que ocurre y, sobre todo, no tratar de buscar culpables. “Debemos darnos permiso para expresar las emociones, pero también permiso para no sentirnos culpables si, a pesar todo lo negativo, hay algunas cosas que nos van bien, cosas que nos son favorables”, remarca la profesional.

Gestionar el estrés

Puesto que es frecuente que el síndrome del superviviente venga acompañado por un aumento de los niveles de estrés y de ansiedad, derivados de un aumento de la carga de trabajo, el consejo de la experta laboral es aprender a gestionar esta carga de manera óptima. Sus recomendaciones incluyen:

  • Planificar el trabajo: primero las tareas urgentes o más complejas.
  • Dedicar momentos al descanso.
  • Mantener el foco y evitar la multitarea
  • Saber decir “no”, tanto a las tareas que nos vayan a hacer perder el foco como a peticiones de otros compañeros.
  • Realizar cursos de formación e innovación, pues pueden ayudar a minimizar la ansiedad por tener que asumir nuevas tareas.

Pedir ayuda

Bajo este contexto, resultará crucial solicitar ayuda si la consideramos que es necesaria, y esto incluye a la propia empresa: no dudes en dar a conocer cómo te sientes, el grado de saturación o ansiedad que sufres o tu incapacidad de llegar a todo. La comunicación es el pilar fundamental para poder evitar este trastorno. “En mi caso, antes de llegar a un mayor punto de ansiedad he decidido hablar con mis jefes. Necesitaba ayuda y he levantado rápidamente la mano para decirlo”, aconseja Isabel.

Y si bien las reducciones de plantilla pueden ocasionar un sentimiento de tristeza y ansiedad por lo sucedido, lo más adecuado es intentar encarar la nueva situación con optimismo y centrarse en los aspectos positivos que pueden salir de ello. “Estoy reinventándome”, afirma Isabel con cierto optimismo ante el hecho de tener que encarar nuevas tareas. También recalca, entre las tácticas que más impacto positivo está teniendo en ella, la importancia de la colaboración: “En mi departamento, estamos intentando colaborar y brindarnos apoyo. Incluso compañeros que no están trabajando ahora mismo me están ayudando si lo necesito”. Y es que superar el superar el síndrome del superviviente parece más fácil si se hace en equipo.

Foto de WTTJ

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