Ingrid Dupichot
Freelance Content Writer
“Carácter”, “personalidad” y “soft skills” (o habilidades blandas) son algunas de las tantas palabras que hacen referencia a los talentos humanos agrupados bajo el nombre de inteligencia emocional (IE). Las actitudes laborales están en plena evolución y el coeficiente intelectual (CI), la educación y las capacidades ya no son la única garantía de éxito profesional. Ahora, el coeficiente emocional (CE), es decir, la calidad de nuestra relación con nosotros mismos y con los demás, también es fundamental. De hecho, los mejores empleados no siempre son los que tienen un mayor CI, sino los que saben controlar mejor sus emociones y entienden que cada emoción tiene su función, como en la famosa película de Pixar ‘Del revés (Inside Out)’, para los aficionados al cine.
Welcome to the Jungle te revela las 10 señales que indican falta de inteligencia emocional en la tribu y te da las claves para solucionar esta situación.
“En una época en que el empleo es tan precario y la flexibilidad y adaptabilidad definen cada vez más la noción de ‘trabajo’, estas cualidades se han vuelto necesarias para encontrar y poder conservar un empleo”. Daniel Goleman, Inteligencia Emocional
Desde su descubrimiento en los años 90 por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, la inteligencia emocional se ha convertido en una habilidad cada vez más solicitada en las empresas. Esta inteligencia tiene muy poco que ver con lo que aprendemos en la escuela y va más allá de las aptitudes intelectuales y del conocimiento técnico que se requieren para el trabajo.
La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, entender y controlar nuestras propias emociones, teniendo en cuenta las de los demás, con el fin de guiar nuestras acciones. Estas habilidades son esenciales para garantizar un equilibrio afectivo y una armonía en las relaciones laborales.
Según Howard Gardner, psicólogo estadounidense considerado el padre de las “inteligencias múltiples”, dichas capacidades permiten:
Sin duda, una caja de herramientas muy valiosa para triunfar en la jungla del empleo. Por tanto, si bien durante mucho tiempo en las relaciones laborales solo se ha tenido en cuenta el razonamiento lógico, ahora se reconoce el papel esencial de las emociones.
“Por supuesto, la inteligencia emocional es menos común que la clásica, pero, en mi experiencia, es más importante para formar a un líder. No podemos dejarla de lado”. Jack Welch, antiguo director del grupo General Electrics
En su libro Inteligencia Emocional, el psicólogo estadounidense Daniel Goleman apuesta por una cabeza “bien formada” antes que “bien llena” y predica el arte de utilizar las emociones, es decir, tratarlas de forma inteligente para volverlas inteligentes.
Según Goleman, la IE se basa en cinco habilidades que se deben dominar:
Cabe recordar que estas habilidades no necesariamente vienen juntas. Por ejemplo, podemos ser muy empáticos, pero tener dificultad para controlar nuestra ira.
Existen numerosos tests para evaluar el coeficiente emocional (CE), que pueden usarse en entrevistas de trabajo, o con otros fines profesionales o personales. Entendemos mejor su utilidad si observamos que el 90% de los empleados con mayor rendimiento tienen un CE alto. Sin embargo, es necesario interpretar los resultados con mucha precaución, pues un estudio reciente demuestra que en la empatía no solo influyen ciertas variaciones genéticas, sino también nuestra educación y experiencias. Por esta razón, el margen de maniobra para desarrollar la inteligencia emocional es considerable.
Es decir, si bien es cierto que el CI permanece relativamente estable en la edad adulta (o incluso antes), el CE se puede desarrollar a lo largo de la vida gracias a la plasticidad neuronal, que es la capacidad del cerebro de cambiar al aprender nuevas habilidades y comportamientos. De forma esquemática, se trata de nuevas conexiones neuronales que se generan en el cerebro y que permiten un equilibrio entre el cerebro racional y el emocional, necesario para el desarrollo de la IE. Los nuevos comportamientos, repetidos de manera intencional, se convierten en automáticos y naturales.
Si te identificas con una de las siguientes situaciones, entonces puedes mejorar fácilmente tu IE adaptando tu comportamiento.
“No tengo ningún talento en especial. Solo soy apasionadamente curioso”. Albert Einstein
¿Listo para apostar por tu inteligencia emocional?
Traducido por Andreína Gil Cabrera
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