Cómo negarte a trabajar más por el mismo sueldo

25. 10. 2021

5 min.

Cómo negarte a trabajar más por el mismo sueldo
autor
Lucile QuilletLab expert

Journaliste, conférencière et autrice spécialiste de la vie professionnelle des femmes

Hola, soy Lucile, periodista freelance y autora del libro de orientación profesional ‘Libre de prendre le pouvoir sur ma carrière’ (que se traduciría como ‘Libre de tomar el control de mi carrera profesional’) y he escrito una serie de artículos donde te cuento cómo dejar de ser una ‘chica buena’ y tomar las riendas de tu carrera profesional.

El cuento del burro y la zanahoria

Es una misión que casi suena como un cumplido, como un nombramiento: “A partir de ahora confío en ti para que te encargues de la planificación” o “quiero que asumas más responsabilidades” o “tienes lo que hace falta para gestionar los periodos de estrés, sé que puedo contar contigo”. Y así, aunque nos carguen con un fardo cada vez más pesado, nosotros nos sentimos halagadas y decimos que sí a todo. Pero eso sí, sin que nuestro salario, nuestro puesto ni nuestros beneficios adicionales mejoren ni un ápice.

Hay mil razones para pensar que lo más inteligente es decir que sí. Por un lado, es lo que nos pide nuestro jefe (un saludo para quienes sufren el síndrome del buen alumno). Por otro lado, queremos demostrar que somos mujeres de armas tomar, capaces de gestionar mil cosas a la vez (un beso para las mujeres que sufren el síndrome de la “Wonder Woman”). Además, no queremos quedar mal o que se malinterprete nuestra negativa (“qué no daría yo”, como cantaba Rocío Jurado). Y para rematar, nos decimos que esas tareas extra son una buena inversión de cara a un futuro ascenso y que, a su debido tiempo, recogeremos los frutos de nuestro trabajo (porque de ilusión también se vive).

Esta es una promesa recurrente en muchas empresas: “Si primero me demuestras que puedes encargarte del trabajo, más tarde te daré el ascenso y el salario que ello conlleva”. Parece que hay que lidiar con la parte más pesada de un trabajo antes de ganarse la parte beneficiosa (cuando en realidad ambas deberían ir de la mano). Algunos llaman a este sacrificio “demostrar su valía” pero, hablando en plata, no es otra cosa que “la zanahoria que hace andar al burro”.

La excusa de la “gran familia”

El sentimiento de culpa al dar una negativa es aún mayor si trabajamos en un sector económicamente débil, en el que es necesario dar más y recibir menos para mantenerse a flote. No te atreves a decir que no por miedo a quedar como la típica persona individualista que solo piensa en sí misma cuando el barco hace aguas, ya que el interés común debería anteponerse a todo lo demás. Mucho cuidado con el discurso de olvidarse de uno mismo en beneficio del grupo (“somos una gran familia”, “tenemos que jugar en equipo” o “hay que mantenerse unidos”): con demasiada frecuencia, la única que sale beneficiada a largo plazo es la propia empresa y no los empleados que la componen.

A la hora de la verdad, es muy probable que te obliguen a tirar del carro y a dejarte la piel sin llegar a morder esa zanahoria con la que tanto soñabas. En muy poco tiempo, esas responsabilidades adicionales se darán por sentado y dejarán de considerarse un esfuerzo excepcional por tu parte. Sencillamente habrás trabajado más, sin ningún reconocimiento por ello.

Así pues, ¿cómo puedes responder a tu jefe cuando te pide que hagas más en menos tiempo y por el mismo sueldo, sin quedar como la mala de la película?

Cómo dejar claro que “no es no”

1. Revisa la descripción de tu puesto

Partamos de la base de que no tienes que hacer todo lo que te pide tu jefe: tus obligaciones figuran en la descripción del puesto y en tu contrato. En ellos se indican misiones bien definidas, para las que se ha estimado un salario. En eso consiste tu interacción con la empresa: no se trata de una relación jerárquica de dominación, sino en una relación de reciprocidad. Echa un vistazo a la descripción de tu puesto para ver si realmente menciona o no la carga de trabajo adicional que se te pide. Si no es así, tienes derecho a decir que no y no te pueden despedir por ello. También puedes entablar una negociación para mejorar la descripción de tu puesto de trabajo… y de tu salario, obviamente.

Para mi gran sorpresa y horror, no todos los empleados poseen una descripción detallada de su puesto. Si ese es tu caso, puede que esta sea la oportunidad perfecta para elaborar una y, por consiguiente, reevaluar tu sueldo.

2. Di “no” en aras de la profesionalidad

Las cosas como son: es trabajo extra. Si no te apetece cargarte con más responsabilidades de las necesarias, y no ves ningún interés estratégico en ello, entonces nada supera el argumento de la profesionalidad: “Prefiero decirte que no porque, con esta carga de trabajo adicional, ya no tendría el tiempo ni la energía suficientes para llevar a cabo adecuadamente mis tareas prioritarias y no quiero poner en peligro mis resultados ni los de la empresa”. Estarás admitiendo que no eres una superhéroe, y no hay nada de malo en ello (de todas formas, Wonder Woman es un timo), y de paso demostrarás que eres una persona responsable y fiable.

3. Pregunta qué recursos adicionales tienen previsto ofrecerte

Aunque te parece un poco excesivo que te lo pidan así, casi sin avisar, lo cierto es que convertirte en la mano derecha no oficial de tu jefe encaja bien con tu estrategia de crecimiento en la empresa. Si no quieres no cerrar puertas ni dejar que otros te pasen por encima, nada más sencillo que preguntar, como quien no quiere la cosa, qué recursos se han previsto para esta nueva responsabilidad.

¿Se contabilizarán las horas extra? ¿Cómo se reflejará esta nueva responsabilidad en el salario? ¿Cómo evolucionará tu puesto de trabajo? ¿Se delegarán algunas de tus tareas a un tercero? ¿Recibirás algún tipo de formación? En resumen, ¿qué te ofrecen “de más” para poder hacer “más”?

4. Establece una fecha límite

Te dicen que la empresa va mal, que no cuenta con recursos adicionales, que hay que mantenerse unidos y tener paciencia, pero que un día tendrás tu recompensa. ¡Prometido!

Si al final decides aceptar el desafío, asegúrate de fijar una fecha límite. “Vale, entiendo que todos tenemos que hacer un esfuerzo adicional debido a la situación actual. En tal caso, ¿cuándo terminará este periodo de adaptación excepcional y se revisarán las compensaciones?”. Este plazo será una referencia temporal para obligar a tu empresa a rendir cuentas ante los empleados y a no convertir este esfuerzo excepcional en un hábito.

5. Pon tus condiciones por escrito

Antes de aceptar ninguna responsabilidad adicional, no olvides que tienes todo el derecho a poner tus propias condiciones. Vale, no se contabilizarán tus horas extra y tendrás que asumir parte del trabajo de Candela (es su tercera baja consecutiva por burnout y está claro que cuando el río suena, agua lleva…). Vale, la empresa no puede darte un aumento de sueldo inmediatamente, ni puede ofrecerte una plaza en una guardería para ayudarte en tu día a día, a pesar de la sobrecarga de trabajo. VALE.

Pues en ese caso deberás poner por escrito, ya sea ante el departamento de RR. HH., por correo electrónico tras una entrevista individual o durante la entrevista anual (si te toca hacerla pronto), lo que la empresa te debe: una prima a determinar, un aumento salarial del 10%, un ascenso, un coche de empresa, una plaza en una guardería desde el inicio del nuevo curso escolar, más vacaciones pagadas… Tu trabajo gratuito actual es la zanahoria por la que la empresa debe comprometerse a ofrecer, por escrito, beneficios concretos y factuales en el futuro.

Si tu empresa no quiere comprometerse con una fecha límite, recursos adicionales ni una compensación futura, te aconsejo que ni te plantees aceptar sus peticiones, pero eso solo depende de ti. Decidas lo que decidas, piensa en el futuro, pues quizás esta empresa no sea capaz de proporcionar los medios adecuados para alcanzar tus objetivos.

Negarte a aceptar trabajo extra no significa que te enfrentes a la empresa, que seas una persona conflictiva o que carezcas de voluntad. Por el contrario, muestra tu deseo de mantener una relación sana, donde el intercambio recíproco prevalezca sobre la subordinación. A veces es difícil tomar una decisión, pero el proceso te permitirá saber si tu empresa reconoce realmente tu valor o si ha llegado la hora de buscar una zanahoria más apetecible en otro sitio.

Traducido por Rocío Pérez / Foto: Welcome to the Jungle

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