Así mejoran tu perfil las ‘soft skills’ que has desarrollado durante la crisis

28 ago 2020

6 min

Así mejoran tu perfil las ‘soft skills’ que has desarrollado durante la crisis
autor
Laia Antúnez

Freelance Content Creator

La crisis sanitaria mundial nos está cambiando en todos los sentidos. El confinamiento y el consiguiente contexto de teletrabajo al que muchas personas se han visto abocadas se han convertido en una fuente constante de aprendizaje. Los métodos de trabajo a los que estábamos acostumbrados se están modificando y esto nos empuja no solo a desarrollar nuestras ‘soft skills’, sino también a potenciar algunas que no usábamos habitualmente o que habíamos explotado poco. Entre ellas se encuentran algunas de las que se convertirán en las habilidades más buscadas por las empresas.

Tener dotes de comunicación u organización, ser empático, tener una buena capacidad para gestionar el tiempo de trabajo, tener facilidad para aprender nuevas habilidades, ser capaz de trabajar de forma independiente, etc. La lista de soft skills es infinita y muy importante para definirnos y diferenciarnos como trabajadores. Hablamos con cuatro profesionales de sectores muy diversos sobre esas habilidades personales que han salido a relucir durante al confinamiento.

Trabajo en equipo

Empatía

La empatía, la capacidad de ponerse en el lugar de los demás, es importante para poder humanizar las relaciones, incluso en situaciones de gran presión. “Con el ERTE, nuestra situación se ha complicado y, en cierto modo, sí que se percibe una mayor empatía. Entre todos intentamos, con mejor o peor humor, sacar el trabajo adelante y apoyarnos”, asegura Max. Alba lo refuerza: “Yo siempre he tenido buena relación con mi equipo, y eso se ha mantenido. Lo que creo, es que esta crisis nos ha hecho a todos ser un poco más humanos a nivel laboral”.

Mejora de la comunicación

Alba Subires es facility manager y, entre sus muchas tareas, se encuentra la de gestionar los equipos de limpieza de diversos centros de trabajo. Con 90 personas a su cargo, la comunicación clara y concisa, tanto en los correos electrónicos como en las llamadas, se ha convertido en una habilidad clave para compensar la distancia y optimizar el tiempo: “Es el método que utilizo habitualmente y me funciona, pero ahora lo estoy potenciando más porque el número de llamadas y correos se ha multiplicado. Mis emails son escuetos y operativos. A diferencia de antes, ahora también intento acotar los temas y tratarlos todos a la vez, para no hacer una llamada o un correo cada vez que surja alguna eventualidad”, explica.

En este sentido, Max Iglesias, director de arte en una agencia de publicidad, considera que este periodo ha permitido a los trabajadores adquirir práctica en el uso de las herramientas de comunicación digitales: “Con el paso de las semanas, todos vamos aprendiendo a ser más concisos cuando mantenemos conversaciones por videoconferencia, si bien los tempos a través de este tipo de plataformas son complicados de gestionar y se nota que nos falta callo. Aun así, todo esto nos está haciendo mejorar nuestra capacidad de síntesis y de exposición, y eso es bueno”.

Adaptación a los cambios

Organización del trabajo

Acostumbrados a llevar una dinámica de trabajo en la oficina, este cambio de entorno ha complicado, para algunos trabajadores, la separación entre la vida privada y la vida profesional. La capacidad para organizar tu propio horario se convierte ahora en una prioridad, indispensable para ser eficaz.

Así le ha sucedido a Laura Manzano, secretaria de gestión académica. Es la primera vez que teletrabaja y, con una hija de dos años en casa, se ha visto obligada a establecer nuevas rutinas: “Mi hija todavía demanda mucha atención. Por eso, mi pareja y yo nos tenemos que coordinar muy bien, ver quién tiene más trabajo ese día o quién tiene una reunión y, en función de eso, organizarnos para que el rato que estamos trabajando sea más productivo. Aparte de mi propio horario laboral, hemos establecido un horario familiar, ya que si no sería imposible”.

Capacidad de aprendizaje

Los entornos laborales cambian a un ritmo vertiginoso y por eso, desde hace años, una de las habilidades más demandadas por las empresas es la capacidad de aprender, también conocida como learnability. La situación de confinamiento obligado, que ha derivado en la implementación del teletrabajo a marchas forzadas, nos ha puesto a prueba en este sentido.

Juan Romeo es controller internacional en una ingeniería del sector de la construcción y, aunque su trabajo habitual ya implica hablar con compañeros que están en otros países como México o Chile, explica que la actual situación le ha servido para descubrir nuevas aplicaciones de comunicación que antes no utilizaba y así disponer de más recursos. “También me he tenido que documentar acerca de temas laborales de los países con los que trabajamos: si han aplicado fórmulas como los ERTE, si han propuesto ayudas, etc. Todo esto refuerza mis conocimientos”, apunta Juan.

En el caso de Max, que precisamente sí se ha tenido que acoger a un ERTE, el contexto le ha llevado, casi por obligación, a desarrollar nuevas habilidades para adaptarse al cambio. “Entre otros, he tenido que profundizar en mis conocimientos de edición de vídeo y de sonido, y lo he hecho a base de mucho esfuerzo y de tutoriales. Los presupuestos de mi agencia se han reducido y estoy cubriendo trabajos que antes se habrían encargado a un freelance especializado. Al final, aunque es algo que ha nacido de la precariedad de la situación, también se ha convertido en un aprendizaje positivo para mí”.

Trabajo a distancia

“No se trata exactamente de una habilidad que he desarrollado, pero me he dado cuenta de que, si te organizas bien, hay muchas más tareas que se pueden hacer a distancia de lo que pensaba. En mi sector, lo que falla es que el sistema de la Administración pública no está preparado para ciertos procesos, que siguen siendo arcaicos y requieren presencialidad”, apunta Laura. Y aunque tiene ganas de volver a la oficina, ha sabido detectar otra de las bondades del teletrabajo: “El hecho de evitar los desplazamientos, me parece súper práctico y productivo”, concluye.

Desarrollo de la autonomía

En el departamento de Laura son dos trabajadoras, por lo que la comunicación y el reparto de tareas entre ellas está siendo muy sencillo. “Si estuviera en la oficina quizás le preguntaría más cosas de las que pregunto ahora, pero la distancia te hace darte cuenta de que a veces son tonterías. En cierto modo, es una manera de ganar autonomía”, comenta.

Max coincide, en parte, con esa opinión: “Cuando no trabajas de forma presencial con un equipo que te puede reforzar, muchas veces aprendes a ser más autónomo. Recursos que pedías al equipo o tareas que intentabas gestionar repartiendo la carga, ahora las intentas solucionar solo. Es bueno porque te fortalece como profesional y es malo porque te añade trabajo extra que igual no te correspondería”, afirma Max. Pero advierte: “ser más autónomo no te garantiza fluidez ni que un proyecto te vaya a llevar menos tiempo”.

Iniciativa

Confiar en nuestras habilidades es una señal de fortaleza y, ahora más que nunca, precisamos saber tomar decisiones rápidas y firmes que nos ayuden a avanzar. Es lo que ha hecho Alba ante la necesidad de proveer de materiales a sus trabajadores: “Nosotros también utilizamos mascarillas, guantes y productos de limpieza, y he tenido que desarrollar recursos propios para poder conseguir esos productos a través de otras vías o de nuevos proveedores. Es algo que habitualmente no entraba en mis responsabilidades, pero he decidido encargarme de ello para acortar plazos y poder dar una respuesta más inmediata”.

Autodisciplina

Adaptarse a la idiosincrasia de trabajar en casa no es fácil: hay distracciones a las que no estamos habituados, el espacio de trabajo quizás no es el más adecuado, etc. Por eso, y para cumplir con nuestros objetivos, es necesario que establezcamos ciertas reglas y las practiquemos con constancia. Juan reconoce que ha tenido que imponerse una mayor autodisciplina: “En casa, y con un hijo pequeño al que atender, las horas de trabajo no son tan productivas, por lo que he tenido que establecer la norma de priorizar tareas. En la oficina era distinto, pero ahora soy consciente de que doy respuesta a un menor volumen de trabajo al día y que hay que solucionar primero lo más importante”.

Resolución de problemas

Ser resolutivo permite desbloquear procesos y evitar estancamientos en el desarrollo de proyectos. En situaciones de emergencia como la actual, establecer el control sobre tu trabajo puede ser crucial. Lo sabe bien Alba: “En caso de que en uno de nuestros centros de trabajo se detecte un caso positivo de Covid-19, tenemos que poder reaccionar rápido para iniciar el proceso de limpieza enseguida. Por eso, y aunque estoy las 24 horas del día pendiente del teléfono y del ordenador, cuando llega el momento de cerrar mi jornada laboral intento que todos los correos que tengo en mi bandeja estén controlados, que no me quede nada pendiente para el día siguiente. Cada mail es un fuego y hay que dejarlo apagado. En este sentido, me he vuelto más estricta y me he puesto más presión para ser mucho más resolutiva en la gestión de los temas diarios”, explica.

Foto de WTTJ

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