Mi empresa ha sido comprada: y ahora ¿qué?

Jan 14, 2020

6 mins

Mi empresa ha sido comprada: y ahora ¿qué?
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Javier Lacort

Redactor freelance especializado en tecnología y startups

Nuestra empresa es el lugar en el que pasamos, seguramente, la mayor parte de nuestro tiempo. Un contrato a jornada completa representa unas dos mil horas anuales en ella. Así pues, un escenario de adquisición por parte de otra empresa puede hacernos sentir algo incómodos e intranquilos, hacer que arqueemos las cejas, nos reclinemos nerviosamente en la silla y nos preguntemos “y ahora ¿qué?”. Es normal, ya que a menudo esas operaciones van de la mano de una reestructuración de la plantilla, que podría traducirse en despidos o cambios de roles. Pero angustiarnos de forma prematura no nos ayudará en nada a completar la transición.

¿Qué ocurre cuando una empresa es absorbida?

En este escenario, el capital y el patrimonio de la empresa adquirida pasa a ser parte de la empresa compradora. La primera desaparece como sociedad y todos sus activos –también los empleados– pasan a ser parte de la segunda. En ese proceso, hay algunas consideraciones legales a tener en cuenta, recogidas en el artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores.

  • La empresa compradora asume toda la plantilla de la empresa comprada. Este cambio no extingue la relación laboral entre ambas partes, sino que la compradora asume el total de la plantilla, así como sus compromisos de pensiones, del grupo profesional al que se pertenece, el convenio aplicado, las cotizaciones a la Seguridad Social… Si decide prescindir de una parte de la plantilla, lo haría en las mismas condiciones que un despido más, pero no tiene derecho a no hacerse cargo de algunos trabajadores por motivo del proceso de la absorción.

  • Ni cambios contractuales, ni finiquito. En una absorción no se extingue el contrato de los empleados para firmar uno nuevo, sino que únicamente se firma un documento informativo del cambio. El contrato, por lo tanto, permanece igual. Tampoco se cobra un finiquito, ya que no hay un despido, sino una subrogación. A veces la empresa compradora prefiere extinguir la relación laboral con algunos empleados a cambio de ofrecerles un nuevo contrato, pero si el empleado lo acepta, pierde su antigüedad en la empresa absorbida, así como los posibles derechos reconocidos.

  • Ambas empresas están obligadas a informar. Ambas empresas deben informar a todos sus trabajadores de la fecha de ejecución de la operación, de los motivos para llevarla a cabo, de todas las consecuencias jurídicas, económicas y sociales para los empleados, y de las medidas previstas para ellos. También se debe abrir un período de consultas para cualquier duda que tenga la plantilla sobre los cambios planeados.

¿Qué te espera?

En un proceso de absorción es bastante habitual, especialmente si formas parte de la plantilla de la empresa absorbida, te surjan varias dudas, cunda cierto escepticismo sobre el futuro e incluso puede que aparezca el miedo ante los cambios que podrían sucederse.

Todo suele obedecer a un miedo común a lo desconocido, a sentir cómo un entorno que ya teníamos controlado y muy dominado por automatismos de repente cambia a algo desconocido, y además lo hace a cámara lenta, con lo cual la incertidumbre se alarga. Lo más importante en primera instancia es asumir que, como trabajadores, la ley nos protege y nos blinda frente a cambios como este.

Temer por tu puesto de trabajo

Como resultado de la operación, es habitual que haya puestos de trabajo duplicados, lo que puede llevarte a temer por tu puesto de trabajo. También es posible que no se den esas duplicidades, pero sí haya una voluntad de optimizar los recursos por parte de la empresa compradora. O lo que es lo mismo: intentar conseguir los mismos resultados con una plantilla menor.

En cualquier caso, recuerda que la empresa está obligada a mantener tu empleo, aunque lo que sí puede suceder es que tus tareas del día sufran cambios.

Sensación de no tener suficiente información

Si trabajamos en una empresa pequeña, en la que por su dimensión conocemos a todos nuestros compañeros, posiblemente haya una mayor comunicación y estemos al tanto del estado de la operación. Pero cuanto mayor es la empresa en la que trabajamos, más opacidad suele haber, y el impás a veces puede durar meses sin que se tenga ninguna información oficial, más allá de los rumores.

No querer trabajar para la nueva empresa

Si no estás de acuerdo con la operación y no quieres pasar a trabajar para la nueva gerencia, siempre tendrás derecho a marcharte de la empresa, pero esto será entendido como una baja voluntaria, lo que impedirá que tengas derecho a una indemnización o a la prestación por desempleo, pero sí al finiquito, que incluye el salario de los días trabajados durante el último mes, la parte proporcional de las pagas extra, los días de vacaciones ganados pero no disfrutados, las horas extra realizadas y no pagadas, y otros pluses y pagas de beneficios generados pero no cobrados. La absorción no cambia nada en este sentido respecto a una baja voluntaria.

¿Y si me despiden?

No obstante, un despido improcedente, con su indemnización correspondiente, es algo a lo que podrías tener que enfrentarte, exactamente de la misma forma que en tu empresa anterior, la absorbida. De hecho, si entre las condiciones pactadas por ambas empresas figura el ejecutar la compra con menos empleados de los que había, normalmente la empresa comprada se hará cargo de gastos como las indemnizaciones.

¿Dónde encontrar información?

Si acabas enfrentándote a la inquietante sensación de tener poca información sobre lo que está ocurriendo, el Estatuto de los Trabajadores es el lugar ideal para saber a qué podemos atenernos y qué medidas pueden o no tomar las empresas implicadas en el proceso.

Sin embargo, hay situaciones con implicaciones que van más allá de las del artículo 44 del Estatuto de los Trabajadores:

1. Cuando la operación implica traslados colectivos (artículo 40.2). En este caso, se plantean períodos de consultas y negociación con los trabajadores en función de la cantidad de empleados a los que afectaría la movilidad geográfica, con el objetivo de neutralizar o limitar sus efectos.

2. Cuando las condiciones laborales también se modifican de forma sustancial y con carácter colectivo (artículo 41.4). Ante esta situación, se emplaza a ambas partes (empleados y empresa) a negociar para alcanzar un acuerdo favorable para las dos partes. También se determina que serán las secciones sindicales del comité de empresa y los delegados de centro –así como al comité intercentros si el cambio afecta a más de un centro de trabajo– los responsables de la interlocución con la nueva gerencia.

Si estás viviendo uno de estos procesos, lo más recomendable es acudir a los delegados sindicales y al comité de empresa ante cualquier modificación de nuestras condiciones. En empresas de menor tamaño que no tengan comité de empresa, otra salida es organizarse entre empleados para solicitar asistencia jurídica a un abogado laboralista ajeno a la empresa, especialmente si alguien detecta algún cambio en las condiciones laborales que no se ajuste al marco normativo del Estatuto de los Trabajadores.

Cómo vivir lo mejor posible una absorción

Si tienes una absorción a la vista en tu empresa, pocas cosas son tan importantes (aspectos legales al margen) como mantener la calma, no dejarte atropellar por la incertidumbre ni la angustia prematura, y asumir desde ya que la empresa para la que trabajas tendrá una nueva gerencia.

Clara (nombre ficticio para preservar su anonimato, ndlr), trabajadora de una empresa dedicada al desarrollo de software que fue adquirida por otra empresa del IBEX 35, vivió el proceso desde dentro y, según recuerda, “enseguida se ven los distintos tipos de reacciones”.

“Desde que comienzan los rumores, hay cierta gente que entra en pánico y otros que siguen exactamente igual mientras no haya noticias por parte de la directiva”, comparte, aunque sí añade que también hay quien empieza a buscar otro empleo “por si acaso le despiden con la operación”. “Quizás los más acertados al final son quienes siguen anteponiendo la calidad de su trabajo a todo lo demás”, concluye.

Clara, que continúa en la plantilla de la empresa compradora, explica que la absorción le sirvió para ascender poco después, ya que se lo tomó un reto y trabajó más motivada. “Una absorción puede convertirse en “una oportunidad para desafiarse a uno mismo a demostrar que es imprescindible”, remata.

Esta trabajadora también cuenta que lo más complicado suele ser amoldarse a una nueva cultura empresarial, que no tiene por qué coincidir con la que había antes. “En todas las empresas, te acabas acostumbrando a su cultura, a una cierta forma de hacer las cosas, a unas prioridades determinadas y a entender qué puedes y qué no puedes hacer”. “Cuando continúas con los mismos compañeros y los mismos proyectos, pero con una dirección distinta, cuesta acostumbrarse a algunas directrices, pero no es muy distinto a saber encajar en un nuevo grupo de amigos, por ejemplo. Con hacer algunos ajustes suele ser suficiente”.

Para hacer esos ajustes y encajar de la mejor forma posible en la nueva empresa, lo más recomendable es asumir una actitud receptiva, buscando de forma constante señales que nos ayuden a comprenderla y a actuar en consecuencia. Por ejemplo, podemos fijarnos en si las fechas de entrega son ahora más inflexibles, si está mal visto quedarse trabajando tras el final de la jornada o si la nueva gerencia valora especialmente que los trabajadores propongan ideas nuevas. “Ser una esponja” para consolidar el darwinismo empresarial: no sobrevive mejor a una compra el trabajador más fuerte, sino el que mejor se adapta a los cambios.

Foto de WTTJ

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